Albolote, 21 de marzo de 2012
Amigo Federico,
¿Me dejas que te llame amigo? Es que te conozco desde chico, cuando en Preescolar aprendimos tu poema del lagarto y la lagarta, y también visitamos la casa donde naciste en Fuente Vaqueros; además, cuando mi papá nos llevaba los domingos al pantano canturreaba “Verde que te quiero verde”; ahora que ya estoy en el instituto he leído La casa de Bernarda Alba, y los personajes utilizan muchas expresiones y palabras que yo he escuchado decir en mi familia, sobre todo a mis abuelos, y me hace gracia verlas escritas.
¿Sabes, Federico? El mundo ha cambiado mucho desde que tú te fuiste en 1936. Nueva York, que sé que visitaste, te sorprendería todavía más, y la Vega casi ya no tiene campo ni esas gentes tan apasionadas que tanto te inspiraban. Ahora hay Internet, y como he leído que eras muy simpático y alegre estoy seguro de que tendrías facebook y chatearías un montón. Ah, que se me olvidaba, en tu casa de Granada, en la Huerta de San Vicente, han hecho un parque con tu nombre al que a veces he ido; tiene una tirolina y miles de flores.
Seguro que ni te imaginas lo famoso que has llegado a ser, incluso sales en los libros del colegio, ¿te lo puedes creer? Pues sí, y muchas veces en los exámenes hacen preguntas sobre ti. He buscado y me he enterado de que tu mamá era maestra de escuela: ¡qué orgullosa estaría de ver cuántas páginas te dedican, y que otros profesores como ella hablan de su hijo en clase!
Fíjate qué cosa más rara, te estoy escribiendo esta carta porque en Lengua nos han animado a que participemos en un concurso, pero veo que todas deben llevar una dirección a la que enviarse, y nadie sabe la tuya. Ahora se habla de eso mucho en la tele, de donde estás, y parecen un poco perdidos, pero yo digo “¿Pues dónde vas a estar? ¡En tus poesías y en todas tus obras de teatro!” ¿No te he dicho antes que eres como un conocido de toda la vida? Por eso me gusta llamarte amigo, y te escribo sin preocuparme de que mi carta no lleve tu dirección, ¿o iba a estar tan tonto de escribir a un fantasma? Para mí estás muy vivo, querido Federico, y me ha alegrado mucho poder contarte al menos un poco de cómo es el mundo ahora y decirte que nadie, nadie, se ha olvidado de ti. ¡Y aquí te pongo un abrazo gigante, amigo mío!
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